GANAS
DE MIEL
"Hoy he soñado que volvía a ser pequeña.
Era verano, y en mi jardín de Otero de Herreros parecía que lo era aún más. A media mañana la casa aún olía a café. Yo estaba en la cocina, acababa de desayunar y miraba embobada cómo el sol atravesaba los visillos de flores naranjas y amarillas, dibujando con sus haces de luz unas caras extrañas sobre el hule de la camilla. Empezaba a inventarme historias con esas figurillas de colores cuando sonó el timbre de la puerta.
-¡El de la miel!-, dijo mi madre, invitándome con su mirada a quitar de encima de la mesa los restos del
desayuno. El espectáculo iba a empezar.
Efectivamente, cada
tantos días venía por las casas el mielero, o al menos así le llamaba yo, quien
traía además un magnífico surtido de embutidos, quesos y mantequilla.
-Todo esto es artesanal y
de la zona, ya lo sabe usted, señora, todo natural-, decía el buen hombre.
De una cesta grande de
mimbre sacaba una a una todas las viandas que ofrecía para vender, y si un
producto tenía buena pinta el siguiente la tenía aún mejor. Sus olores se
apoderaban de la cocina, se unían al aroma del café y recorrían mi cerebro
fijándolos para siempre en mi memoria.
Pero lo que más llamaba
mi atención era el gran tarro de miel. Me maravillaba ese gel dorado, esa
consistencia indefinida que se deslizaba sin prisa desde los surcos de la
cuchara de palo hasta el tarro que mi madre tenía preparado para la ocasión.
Aquel almíbar viscoso se amoldaba al nuevo recipiente con una tranquilidad
hipnotizante mientras yo contenía las ganas de meter el dedo y disfrutar de su
sabor potente y su dulzor.
-Esta miel es de las
colmenas de Fulanito, que en Segovia no solo hay leche y matanza. La naturaleza
misma, señora. Miel pura y nada más-, repetía el mielero entre viaje y viaje de
la cuchara de madera.
En cuanto se iba el vendedor mi madre untaba un poco de aquella miel en unas rebanadas de pan tostado. El calor del pan ablandaba la miel y volvíamos a desayunar. Sin hambre, pero con ganas.
Y con ese recuerdo dulce en el paladar me he
despertado hoy.
Ahora que lo estoy relatando no sé si lo he soñado de verdad o si simplemente lo estaba añorando. Las dos cosas, quizás.
Lo cierto es que hoy me
he levantado con ganas de miel. De aquella miel. De aquellos veranos. De aquel jardín."
Sonia Serna San Miguel
(Segovia, agosto de 2021)