miércoles, 28 de marzo de 2018

LA VELETA DE SAN ESTEBAN (MIS SONIADAS)








LA VELETA DE SAN ESTEBAN


“En lo alto del campanario de San Esteban hay una veleta, y en la veleta, un gallo. Es un gallo negro y altivo que soporta estoico los fríos del invierno y los calores del verano, y con la cresta siempre alerta vigila desde su atalaya un paisaje pintado de historia que todos querríamos contemplar.

Pero dicen que este trozo de hierro inerte con forma de gallo, en realidad, no es tal.

Me cuentan algunos vecinos del lugar que durante algunas madrugadas de invierno, cuando hay noche cerrada y las tormentas confinan sin piedad a las gentes en sus casas, el gallo desaparece de la veleta y no vuelve a ella hasta que asoma el primer rayo de sol, y que estas desapariciones coinciden con una procesión de almas que, atravesando sigilosas el arco de San Cebrián, se adentran en la parte vieja de la ciudad y recorren ceremoniosas las empinadas calles a través de las ventiscas. El gallo, transformado en una lengua de luz, las espera en la plaza de San Esteban, donde se une al cortejo de ánimas para recorrer una por una todas las iglesias del barrio antes de que muera la noche.
Hay quien jura haber comprobado cómo no sólo desaparece el gallo de San Esteban, sino otras imágenes y gárgolas del casco antiguo de la ciudad,  y cómo, convertidas ya en espíritus, se unen al séquito de seres penitentes para alumbrar a su paso las calles de intramuros; y se dice que esto es así porque en las imágenes y estatuas de la vieja villa dormitan las almas de seres que causaron mucho dolor en vida, y que están condenadas a sufrir bajo las inclemencias del tiempo y los demonios de la oscuridad hasta que purguen todo el mal que hicieron.

Yo, incrédula que quiere creer, contemplo ahora la veleta de San Esteban, y a su gallo, y me pregunto si esta historia puede ser real y, de serlo, a quién pertenecería el alma que habita en el gallo y qué clase de crimen o fechoría pudo haber cometido. Lo miro y lo vuelvo a mirar, ansiosa por descubrirle en un descuido algún gesto animado o alguna pequeña llama en su plumaje de metal, como restos no sofocados de su última expedición por estas calles de piedra.

La próxima vez que haya tormenta en una noche sin luces me asomaré silenciosa a la ventana, por si tuviera la suerte de ver esta comitiva de vidas no resueltas, y alumbraré mi puerta para aliviar su penar, porque vagar por las tinieblas es pagar con creces cualquier pecado."



Sonia Serna San Miguel

(Segovia, 28 de marzo de 2018)


sábado, 24 de marzo de 2018

"DE COCHE A COCHE" (MICRO RELATO)








DE COCHE A COCHE



"Apareces en el retrovisor de mi coche y maniobras para ponerte a mi lado. 
Me miras, te gusto. Te miro, me gustas. Aguantamos la mirada. 
Hay suerte, semáforo en rojo. 
Me retas, te reto. Pasas la mano por tu volante, despacio, muy despacio. Yo la paso por el mío. Aceleras suavemente. Ahora me toca a mí. 
Se calientan los motores. 
Semáforo en verde. 
Metamos la primera."



Sonia Serna San Miguel

RELATOS DE EXACTAMENTE 50 PALABRAS






EL VIEJO MIGUEL


Miguel ha envejecido visitando diariamente la playa, donde se sienta hasta que atardece.
Miguel espera, y espera…
Hoy, por fin, algo entre las olas le sobresalta.
Es una botella con un mensaje. Lo lee. Lo relee.
Se arrodilla y llora amargamente durante horas.
Al anochecer, Miguel se pierde mar adentro.



Sonia Serna San Miguel








EL CAFÉ MÁS AMARGO


Diariamente en el bar dejaba pagado un café para que la camarera se lo sirviera a Manolo, el mendigo del portal vecino.
Pero hoy sería diferente. Se lo acercaría él mismo y al fin le diría: “Perdóname, papá”.

-¿Espera a Manolo? Lo siento, señor. Anoche se lo llevó el forense.


Sonia Serna San Miguel

NO ES ABRIGO PARA MÍ


SERIE DE DOS RELATOS DE EXACTAMENTE 50 PALABRAS CADA UNO





NO ES ABRIGO PARA MÍ

"Otra vez ese dichoso abrigo me mira desde el escaparate. Me acosa en mi diaria rutina de tener que pasar por esta acera. Me observa con esos botones descarados de las solapas, mientras los bolsillos con pespuntes se ríen de mí. 
Insolente. 
Sabe que no puedo permitirme cambiar de acera."


Sonia Serna San Miguel







NO ERA ABRIGO PARA MÍ

“Por fin te compré, abrigo bribón que me guiñabas el ojal desde el escaparate, presumiendo de que no eras para mí. Me he quedado sin dinero, pero juro que no me harás sufrir más.
Las tijeras del pescado me están hablando con sus ojazos huecos. Espera, que te las presento…”.





Sonia Serna San Miguel